El trasvase Tajo-Segura, que cumple este lunes 46 años, «facilitó la eclosión social, laboral y económica de unas tierras levantinas en estado de latencia que esperaban la llegada de este recurso para prosperar».
Así lo ha manifestado el presidente del Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura (Scrats), Lucas Jiménez, quien explica el agua es un recurso que «ha permitido florecer una agricultura que actualmente es fundamental para sostener un tejido social y económico, básico para las economías regionales de Murcia, Valencia y de Andalucía».
“Pasamos de ser sociedades que buscaban oportunidades fuera a ser receptores de gente que busca una oportunidad, una mejor vida dentro de nuestra propia tierra”, expuso Jiménez,
quien resalta que el sector agrario levantino es un sector realista, fruto de la necesidad, de la inventiva y de la resiliencia.
El presidente del Scrats rememora que «el origen fue el trasvase, pero después se han empleado otro tipo de recursos, como las aguas subterráneas».
En este sentido, Jiménez destaca que «la propia agua desalada también forma parte ahora de esa mezcla de recursos, de esa cadena de valor que arroja cifras ciertamente espectaculares”.
Sin embargo, desde el Scrats señalan como «problema básico» del agua desalada su baja mineralización, lo que obliga a la confluencia de otra agua o a corregirla artificialmente.
“Pero aún mayor es el problema de su coste desorbitado: o bien la comunidad de regantes dispone de otros recursos en mayor proporción, con lo cual la mezcla salga a un coste asequible, o bien debe estar subvencionado por el Estado”, apunta.
Apuesta por la optimización
Asimismo, desde el Scrats recuerdan la optimización que los regantes levantinos hacen de sus escasos recursos hídricos desde hace años, lo que les permite competir en el mercado con otros productores que disponen de volúmenes suficientes de recursos y a precios infinitamente más bajos.
«Hablamos de alta tecnología, con las comunidades regantes totalmente implicadas: riego por goteo, sensores de humedad, sistemas para evitar la evaporación en los embalses, desarrollo de las técnicas de depuración y desalación, instalaciones fotovoltaicas para reducir los costes energéticos, aplicación de la inteligencia artificial en el regadío y la gestión de las infraestructuras, etc», añaden.
Según Jiménez, “con investigación y desarrollo hemos superado a aquellos países como Estados Unidos o Israel a los que íbamos a aprender en el ahorro de agua».
Jiménez subraya que «ahora son ellos los receptores de información y de tecnología que producimos en nuestras regiones, fruto de esa doble necesidad: pocos recursos y precio muy elevado”.
“Y es que lo más importante y a lo que más mimo se le pone en el proceso agrícola es el agua. Sin duda”, resume.