Gil Jódar volvía a reclamar la construcción de las presas de Béjar, Nogalte y Torrecilla y el canal de evacuación de la Rambla de Biznaga.
Destacaba que uno de los principales factores que repercutió negativamente en aquella inundación fue la “acumulación masiva de árboles y maleza en el lecho del río, un problema que persiste”.
El 19 de octubre de 1973 trece lorquinos perdieron la vida en una fatídica jornada en que el Guadalentín registró un caudal cercano a los 3.000 metros cúbicos por segundo y diez metros de altura.
Este jueves se cumplen 50 años de una de las peores catástrofes naturales que han golpeado al municipio y la comarca. El 19 de octubre de 1973 trece lorquinos perdieron la vida en nuestro municipio en una fatídica jornada en la que el río Guadalentín registró un caudal de agua cercano a los 3.000 metros cúbicos por segundo (como algunos tramos del río Orinoco) y una altura de 10 metros.
“Estamos hablando de un acontecimiento que supuso un notable impacto socioemocional en la memoria colectiva de nuestro municipio y constituye una referencia para generaciones de lorquinos”, afirmaba el alcalde, Fulgencio Gil Jódar.
A consecuencia de esta inundación –significaba- el 20 por ciento de la superficie del casco urbano “quedó anegado por las aguas y las pérdidas económicas se cifraron en 1.964 millones de pesetas. Se registraron fortísimos daños en fábricas de curtidos, tejido comercial, infraestructuras públicas y sector agrícola y ganadero. La respuesta de todos los cuerpos de seguridad, emergencias y los soldados del antiguo Regimiento de Infantería Mallorca 13 quedó pro siempre grabada en el corazón y el alma de Lorca”.
La magnitud del desastre impulsó al Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, MOPU, a emprender la elaboración de un Plan General de Defensa contra Inundaciones, que vería la luz en 1977, y que tendría como principales actuaciones en Lorca las obras para la canalización del río y prolongación de los muros de defensa aguas arriba y debajo de la Ciudad (que se ejecutarían en la década de los 80).
Y al inicio de los trámites tendentes a la construcción de la cuarta presa del embalse de Puentes, con mayor capacidad que la anterior, mayor elevación y sistemas de regularización mucho más modernos, una intervención que fue aprovechada también para la limpieza del tarquín acumulado que había supuesto una sensible merma de la capacidad de almacenamiento de agua.
La necesidad de construir Puentes IV quedó acentuada con las inundaciones de 1986 y 1987, que provocaron la elaboración del Plan de Defensa contra las avenidas de 1987, que daba luz verde definitiva a este proyecto. La obra fue inaugurada en el año 2000, con capacidad de frenar una riada con el doble de fuerza que la de 1973. Su fortaleza quedó contrastada en las inundaciones de 2012.
La principal causa señala en su momento por parte del Ayuntamiento fue la falta de una preparación adecuada del lecho del río, puesto que se encontraba al mismo nivel que las calles del barrio de San Cristóbal e incluso más elevado que algunas zonas de Santa Quiteria y San Diego.
A ello, se sumó como factor determinante la inexistencia de muros de protección adecuados en ambas márgenes del río, una obra que habría sido clave para evitar el paso del agua a los barrios y hubiera permitido la canalización de estos pluviales en una dirección natural y correcta.
También repercutió muy negativamente la “acumulación masiva de árboles y maleza en el lecho del río, circunstancia de la que parece que algunos siguen sin tomar nota, puesto que a día de hoy el problema persiste y el cauce del río ofrece su peor aspecto de las últimas décadas”, manifestaba Fulgencio Gil Jódar.
Se trata, insistía, de una situación que “llevamos denunciando mucho tiempo, pero no han puesto ningún remedio. Este 50 aniversario sería una ocasión muy buena para que la CHS limpiara el lecho del Guadalentín, aunque sea llevada por el recuerdo de este episodio histórico”.
Desde el Ayuntamiento, señalaba, queremos “impulsar la concienciación sobre los riesgos en caso de inundaciones, repasando nuestra historia y difundiendo cómo las infraestructuras ejecutadas en todo el municipio para la defensa en caso de inundaciones han tenido un efecto muy positivo para los ciudadanos”.
La lección que en 1973 nos dio el agua en forma de inundación –recalcaba- permitió la ya mencionada construcción de múltiples infraestructuras, un factor positivo que “contrasta con la realidad que está viviendo nuestro municipio a raíz de la inundación de 2012. La reacción del Gobierno central dista mucho de la ofrecida, décadas atrás. Los ciudadanos tienen la sensación de que no se ha aprendido nada, y yo mismo lo comparto.”.
La respuesta, argumentaba, “deja mucho que desear. 11 años después, aún seguimos reclamando actuaciones tan obvias como la constricción de las presas de Béjar, Nogalte y Torrecilla y el canal de evacuación de la rambla de Biznaga, que aún sigue en el aire sin haber avanzado nada”.
La diferencia de reacción entre las inundaciones de 1973 y 2012 “es abismal, temeraria y lesiva para nuestro municipio. En vez de responder como hace 50 años, articulando soluciones y ejecutándolas, la planificación hidrológica del Ministerio de Medio Rural y la Confederación Hidrográfica del Segura ha suprimido la construcción de las presas previstas en las ramblas de Nogalte y Torrecilla para proteger a nuestros vecinos de los devastadores efectos de las inundaciones”, indicaba Gil Jódar.
La tercera presa que estaba prevista, la referida a la zona de Béjar, se queda en un “ya veremos”. En la mencionada planificación no hay ninguna referencia al supuesto plan de limpieza de ramblas que se anunció hace ya varios años, mientras que el canal de evacuación que estaba previsto habilitar en la rambla de Biznaga, y que constituye el gran proyecto para evitar que el agua quedara embalsada en estas pedanías, ya nos anuncian que tendrá que ser más pequeño y “más bonito”, con “criterios verdes”, y encima sigue en el limbo.
Por último, pedía a algunos que reflexionen “sobre los hechos a los que hago referencia, tomen nota y ofrezcan a los lorquinos las soluciones que merecen. De momento, constituye una asignatura pendiente”.