Su autor, el hijo de los barones de Mayals, fallecía unos días antes de que la pintura fuese expuesta y premiada con la Segunda Medalla en la Gran Exposición de Bellas Artes
La prensa del momento se hizo eco de la historia, cargada de sentimiento trágico: “¡Cuánta pena inspira la criatura descalza y el autor muerto al tocar la aureola del premio!”
Santiago Parra Soriano, edil de Cultura: “La pintura, con cierto aire costumbrista, retrata a una niña descalza con una naranja y sentada sobre una caja de madera”
El Liberal de Madrid publicaba el 26 de julio de 1894 una crónica que hacía referencia –con motivo de la Exposición Nacional de Bellas Artes en Alicante- al óleo que presidirá el ‘Salón Harmsen’ de la Casa de Guevara de Lorca que se inaugurará a mediados del próximo mes. Se trata de ‘Doloretes’, de la que el periodista Francisco Alcántara, afirmaba entonces: “La pintura más castiza que he visto de pintores levantinos, nos la ofrece en esta exposición de Alicante el cuadro titulado ‘Doloretes’, capullo de rosa maltratado por el frío de la miseria, preciosa niña cuya inocencia columbra ya los dolores de la pobreza. Tiene las condiciones que en Madrid se admiran en Pinazo, pero no su inconclusión y pretensiones geniales, porque es una obra perfecta, sobre todo en la cabeza”.
Y hacía referencia al pintor del cuadro: “Manuel Harmsen se llama su autor. Murió pocos días después de abierta la exposición, para la que trabajó con gran prisa esta su última obra. Su alma inspirada se habrá bañado en la inmaculada belleza que con tan fina intuición presentía desde la tierra”. No fue la única referencia al cuadro en aquellos días. En ‘La Revista’, Federico Parreño, también aludía a él: “La Exposición de Bellas Artes resulta la nota más grata que Alicante puede sumar en la cuenta de las empresas acometidas y ganadas. Es un triunfo, lleno de luz, que ha tenido sus sombras tristes. ¡Aquella ‘Doloretes’ de Manuel Harmsen, laureada merecidamente, con segunda medalla y que, en el amplio salón, ceñida de negros crespones, era el heraldo que anunciaba la muerte de su autor, caído en plena juventud entre las sombras de la muerte, casi a las mismas horas en que caían sobre su nombre los esplendores de la victoria, al conquistar con sus pinceles el lauro hermoso del arte!”.
Manuel Harmsen Bassecourt, nacido en Alicante en 1872, fue un joven y malogrado pintor –murió cuando sólo contaba 22 años de edad- hijo de Alejandro Harmsen García y Juana Bassecourt Soler. Vicecónsul de Dinamarca, gozó de una cuidada formación y se dedicó desde muy pronto a la poesía, teatro, música, mostrando especial inclinación hacia la pintura, enseñanza que recibió en el taller de Lorenzo Casanova. Su abuelo, Alejandro Harmsen Seyvert, nació en la ciudad de Hamburgo, en Alemania. Pertenecía a una distinguida y antigua familia oriunda de Noruega, en la provincia de Aggerhuns.
“Alicante fue sede de la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1894 a la que concurren junto a Manuel Harmsen pintores de la talla de Sorolla, Pinazo o Cecilio Plá. La pintura -con cierto aire costumbrista, retratata a una niña descalza con una naranja y sentada sobre una caja de madera- fue premiada con medalla de 2ª clase en ese certamen, pero la promesa de pintor que fue Manuel Harmsen murió, antes de ser reconocida su obra, el 27 de junio de 1894. En el marco dorado de la pintura se muestra en la parte superior la fecha alusiva al fallecimiento del artista”, ha afirmado este sábado el concejal de Cultura, Santiago Parra Soriano.
En la misma estancia de la Casa de Guevara y muy cerca del cuadro de ‘Doloretes’ “está el busto de Manuel Harmsen, una de las mejores obras de Vicente Bañuls Aracil (1865-1934), artista alicantino iniciado en el campo de la pintura, pero que destacó principalmente como escultor. Alumno de Lorenzo Casanova, compartió enseñanzas con el propio Manuel Harmsen”, ha añadido el edil de Cultura.
En 1895 realiza Bañuls el busto del joven pintor, fallecido un año antes. Fue fundido en los talleres catalanes de Masriera y expuesto en el escaparate de una tienda de la calle Mayor. Según consta en ‘La Correspondencia Alicantina’ de 6 de julio de 1895, la obra fue dedicada por el escultor a Alejandro Harmsen, padre del personaje representado. “Se cree que utilizó como modelo una fotografía que se conserva en el álbum familiar de la Casa de Guevara”, ha destacado Parra Soriano.
El capitel roto o inacabado, puede simbolizar la vida truncada del joven artista representado, amigo personal del autor. “Justo detrás de la escultura se muestra un relieve, también de Vicente Bañuls, en el que aparece Manuel Harmsen y su madre, ambos fallecidos el mismo año con una diferencia de apenas unos meses”, ha detallado el edil. Otros retratos que se integran en la ‘Sala Harmsen’ son los de Alejandro Harmsen García, padre de Manuel. Escritor –sobresalió como poeta-, consumado pianista y miembro de la Academia de Historia. Participó en política. Fue elegido Diputado a Cortes (1886) y Senador del Reino (1893). Como cónsul de Alemania en Alicante le fue concedida la Gran Cruz de Isabel la Católica y la Gran Cruz de la Corona Real de Prusia.
Por su matrimonio con Juana Bassecourt Soler, ostentó el título de Barón de Mayals desde 1871. De él, se puede contemplar un retrato de medio cuerpo de la última etapa de su vida y otro anterior, de su juventud. También se muestran sendos retratos, pareja, de Alejandro Harmsen Seyvert y su esposa Clotilde García Gutiérrez, padres de Alejandro Harmsen García. “Estas pinturas, junto a otras, proceden de la rama alicantina de los Bassecourt, ya que al morir sin sucesión Alejandro Harmsen García y Juana Bassecourt Soler, gran parte de sus bienes pasaron a su sobrino Alfonso Sandoval Bassecourt”, ha recordado el edil de Cultura.
Este era además el hijo varón y primogénito del matrimonio de José Joaquín Sandoval Melgarejo y Antonia Bassecourt Soler, muertos en 1899 y 1888, respectivamente. “Por el enlace en 1887 de Alfonso Sandoval Bassecourt y Encarnación Moreno Musso (1869-1962), padres de Concepción Sandoval Moreno, última moradora de la Casa de Guevara, podemos disfrutar ahora en la vivienda familiar de este más que interesante legado”, ha agregado Santiago Parra.
Y ha concluido que “será a mediados de la década de los 20 del pasado siglo cuando, tras desgraciadas circunstancias familiares –muerte de su marido en 1915, de su hija Tona en 1916 y de su hijo Alfonso en 1917- María Encarnación Moreno Musso se traslada junto a sus otros hijos (Concha, Luisa y José Joaquín) a Lorca, donde aún vivía su madre, Concepción Musso Moreno, y el destino de esta familia y de la Casa de Guevara quedarían finalmente unidos”.