Un legado de amor, fe y dedicación a la comunidad y la tradición cofrade
El Paso Blanco despide con profunda tristeza a Francisco Montesinos Pérez-Chirinos, un sacerdote ejemplar cuya vida estuvo marcada por el servicio a los más necesitados, la devoción mariana y su amor por la tradición cofrade. Nacido en Lorca en 1938, fue ordenado sacerdote en 1962 y dedicó más de seis décadas a su ministerio, dejando una huella imborrable en la comunidad.
Montesinos fue rector de la Basílica de la Caridad en Cartagena y director del Centro Coordinador de Cáritas Cartagena, donde impulsó importantes iniciativas de ayuda social. Su compromiso con los más vulnerables lo convirtió en una de las figuras más queridas y respetadas de la ciudad.
Además de su dedicación pastoral y social, Francisco Montesinos tuvo una estrecha relación con la Semana Santa, siendo capellán de la Cofradía Marraja de Cartagena durante 28 años. Sin embargo, su amor por esta tradición no se limitó a Cartagena; siempre llevó en su corazón a su ciudad natal, Lorca, y al Paso Blanco, del que fue consiliario y mantuvo un estrecho vínculo a lo largo de su vida. Amante del arte y la historia en las procesiones lorquinas, defendió con orgullo la grandiosidad del bordado y la espiritualidad de los desfiles bíblico-pasionales. Su conexión con la Virgen de la Amargura, titular del Paso Blanco, marcó su camino y su fe inquebrantable en la Virgen Guapa lo acompañó hasta sus últimos días.
Su compromiso con la Semana Santa se evidenció en generosas donaciones de su familia, incluyendo la querida imagen de San Juan Evangelista, patrón del Paso Blanco, y un Belén monumental de más de 300 piezas. En reconocimiento a su pasión y conocimiento sobre la Semana Santa lorquina, fue el pregonero de esta celebración en 2011. En su emocionante pregón, destacó la singularidad de las procesiones de Lorca, describiéndolas como «una de las más religiosas del mundo» por su forma de narrar la Historia Sagrada.
En 2019, su dedicación al ministerio y su compromiso con la Iglesia fueron reconocidos al ser nombrado canónigo honorario de la Catedral de Murcia, un homenaje a toda una vida de entrega a los demás.
Hoy, su partida deja un vacío en nuestra cofradía, en Lorca y en todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo. Sin embargo, su legado permanecerá vivo en cada acto de caridad, en cada oración y en cada recuerdo de quienes lo admiraron y quisieron.
Que su querida Virgen de la Amargura lo acoja en su manto y lo guíe hacia la luz eterna. Descanse en paz.