- Una lengua de polvo en suspensión abrazará todo el oeste de Europa y podría llegar incluso a países de Escandinavia
- Podrían producirse lluvias de barro o «sangre» en países donde este fenómeno es poco habitual
Después de la Semana Santa más húmeda de las últimas décadas con lluvia, nieve y viento debido a la borrasca Nelson, se espera un cambio radical de la situación meteorológica en España.
Aunque se espera un ambiente estable en buena parte de España, no será total ya que irán llegando frentes que dejarán precipitaciones en el tercio septentrional y en la vertiente atlántica. Además, se prevé que durante la segunda semana de este mes se descuelguen vaguadas con bajas presiones al oeste de la Península.
La presencia de estas borrascas, entre ellas Olivia, favorecerá el ascenso de una masa de aire muy cálida y anómala para estas fechas, con la isotermo de 20ºC a 1500 metros en la Península y Baleares. Esta circulación tan pronunciada de sur favorecerá la irrupción de polvo en suspensión.
El polvo del Sáhara cruzará Europa
La calima dejará un ambiente turbio en España. Aunque se trate de un fenómeno frecuente en el país, según el modelo de referencia de Meteored se espera una gran lengua de polvo en suspensión por todo el oeste de Europa de cara al fin de semana. Así, alcanzaría países como Francia, Reino Unido, Suiza, Países Bajos, Bélgica o Alemania, e incluso llegaría a Dinamarca, Suecia o Noruega.
Además, podrían producirse lluvias de barro o «sangre» en estos países y caer material particulado. En el caso de caer en zonas nevadas, favorecería la rápida fusión de la nieve y perdería calidad, quedando también teñida de color naranja.
Durante el fin de semana una nueva vaguada se descolgará sobre el oeste de Europa y empujará la masa de aire cálido y la calima hacia el centro del continente. Un aspecto importante a tener en cuenta es la calidad del aire, que dejará valores desfavorables. En el este de Canarias y en algunas zonas de la Península las concentraciones de partículas PM10 pueden pasar sobradamente de los 45 μg/m³, que es el límite hasta el que el aire se considera saludable por la OMS.